Soy la hermana Alicia María del Espíritu
Santo del Carmelo de León, y fui una de las chicas que hicieron la primera Ruta
Monástica de esta Diócesis de León en el año 2008 en el Monasterio de las
Benedictinas.
En el momento en el que yo hice la Ruta Monástica
todavía no tenía definida mi vocación a la vida contemplativa, ni siquiera a la
vida religiosa pues desconocía hasta la diferencia que hay entre la vida activa
y la contemplativa, pero si que estaba viviendo un momento de interrogante en
mi vida, de hecho la primera vez que hablé con mi director espiritual mi
pregunta fue – no se cuál es el sueño que tiene Dios de mi –, así, tal cual.
En ese tiempo de discernimiento,
providencialmente una amiga me invitó a hacer esta Ruta Monástica y animada por
mi director espiritual realicé esta experiencia. Nada tenía que perder, conocer
las cosas ayuda a resolver.
Así esta experiencia de la Ruta Monástica fue,
y es, una gran oportunidad en muchos sentidos: en los tiempos de reflexión pude
ahondar en lo que es esta vocación, en la visita a cada monasterio, tuve la
oportunidad de preguntar y desmitificar todas esas dudas que se tienen sobre
esta vida, ver y conocer a las hermanas de cada comunidad con su experiencia de
vida, hablar con ellas, y con el resto de chicas que hicieron la Ruta, pude compartir muchas
cosas, un mismo sentir, buscar y ¡hasta un mismo dudar!.
Y fue en la Ruta Monástica
donde descubrí mi llamada a la vida contemplativa, posteriormente realicé la
experiencia en el Carmelo de León donde me he sentido atraída por su carisma
que se confirmó en el tiempo de ésta y meses después inicié el postulantado y
si Dios quiere el próximo mes de febrero haré la Profesión de Votos
Temporales.
Doy gracias a Dios por el don de la
vocación que me ha regalado, estoy feliz en este camino de seguimiento de
Cristo en el Carmelo, Él llena plenamente mi vida y estoy segura de que en
comunión de vida con Él mi vida desde el silencio y la soledad, es fecunda para
la Iglesia y
para todos los hombres.
Animo a todas las jóvenes que se sienten
atraídas a la vida consagrada que como María pronuncien su “Hágase” y no se
arrepentirán de haberse “Entregado al Amor”.
Siempre unida en Cristo y María.